Sinceramente no tenía muchas esperanzas de puntuar en Valladolid y mucho menos las iba teniendo conforme pasaban los minutos de la primera parte. No me gusta este planteamiento de Martín y mucho menos para comenzar el partido con él; cierre total del equipo atrás dejando todo a que Hervías tenga su día y haga alguna locura. Ayer volvió a dejar clase, porque calidad tiene para esto y mucho más, pero se me hace muy poco dejar el ataque en eso y en combinaciones con un Sisinio demasiado acelerado y al que este sistema perjudica mucho más que beneficia.
No era un partido para echar cohetes, pero bien es cierto que aquí hemos llegado al momento de que el fin justifica los medios y en ello estamos siendo buenos. Martín, en contra de técnicos pasados, muere con su idea, guapa o fea, pero con ella sin dudas y eso es lo que mató a los anteriores; la falta de contundencia con su propuesta que genera dudas también a quien llega. En este caso no y ahí tenemos a un Roberto Torres llamado a la causa sin poder dar tres toques seguidos, a un Sisinio perdiendo frescura o a unos defenestrados por el sistema Alex, Jose o Cedrick. Todo es válido si se consigue el resultado para el que te llamaron, después ya se verá todo.
El Valladolid no nos hacía sufrir en exceso y si lo hacía era porque Mojica doblaba al debutante Aitor Buñuel (el nuevo Azpilicueta, como le conocen en Tajonar unos cuantos). No estuvo mal el chaval y entiendo su entrada al equipo en clave de tres partidos en una semana y el desgaste físico que se pega Javi Flaño con el sistema de Martín. Eso y que al de Campanas le va la marcha con estas cosas de cara a la motivación de la grada. Su llamada y la de Otegui confirma de nuevo que la mano de Javi Lerga ahí está.
Con un partido en el terreno que nosotros queríamos y con un cambio de sistema en ciertos momentos, Loé pasó a estar a ratos solo en el pivote con una línea de 3 por delante con la entrada de Javi Flaño, llegó el gol del Valladolid fruto de una cosa que a Martín le habría revuelto en su butaca del palco. No se puede consentir esa jugada por nuestra falta de contundencia. Desde que pierde el balón Sisinio, hasta que Miguel Flaño la mete en su propia puerta hay ocasión de despejar el balón a donde sea antes de dejar que se vayan llevando la pelota a trompicones.
A partir de aquí vino lo mejor de Osasuna. Volvimos a demostrar que somos un equipo fuerte a balón parado y de ahí vino el gol, nos sentimos cómodos con el empate a uno y con la apertura de líneas del Valladolid y aquí Olavide sacó lo que mejor sabe hacer. Su sitio no es el centro, su sitio no es el pivote y ayer dejó destellos de cómo se rompe una línea defensiva abierta cayendo a bandas y moviéndose entre líneas. En una de estas jugadas rojillas llegó el puntazo en la nalga de Osasuna que pudo ser más grave, pero que viendo las cosas creo que no será decisiva.
De un melón enviado por Javi Flaño para cambiar el juego el amigo Nino se inventó un control de balón tremendo y un remate que le convertían en el gol de la jornada, pero los amigos jueces no lo vieron. Sí, digo que no lo vieron porque si pensara que sí lo hicieron y no lo dieron dejaría en ese mismo momento de gustarme el fútbol. Llamadme inocente, lo sé.
Puntazo en Pucela que nos acerca mucho más al objetivo que este equipo y este club se han puesto por no hacer bien las cosas y que yo creo que estará en 6 puntos más. El martes es la primera estación para ello, pero eso será otra cosa y otro cantar. Ahí estaremos de nuevo, esperemos que para disfrutar como ayer lo hicimos por tierras castellanas. Desde luego de las amistades seguro, del resultado ya no lo sé.
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