domingo, 27 de septiembre de 2015

Hormona de crecimiento. Osasuna 0- Córdoba 0

Conste que el título no tiene nada que ver con la lesión de la estrella del Barcelona y su historia personal con esta hormona. ¿O sí? Pues igual un poco sí. Mientras pensamos en hormonas de crecimiento como líquido inyectable otros se toman su ración estipulada domingo a domingo saltando al campo.

Eso mismo le pasó ayer a Osasuna en su puesta en escena en El Sadar. Tremendo el rival que le echaron ayer a un equipo que en todas sus líneas presentaba por lo menos a un niño titular. Cierto es que el Córdoba no creo excesivo peligro arriba, pero el trago por el que tuvieron que pasar los mayores de los niños, David y Unai, fue de los que te hacen mozo igual que en un encierro de Cebada Gago. Bien saldado el trago por parte de los dos y muy bien acompañados de un inconmensurable Miguel Flaño. ¡Así sí, coño!

Si pasamos a la sala de máquinas, ojito con el partido que tuvo Mikel Merino con perros de presa encima, saliendo airoso minuto a minuto. Empezó dudoso y acabó como lo que es, un líder. Delante suya la pareja Olavide-Roberto; menos participativo el de Arre, pero absolutamente nada que reprocharle a lo propuesto (menudo doble pivote del Córdoba tenían enfrente). 

De Miguel poco que decir que ya no se haya dicho; es un jugador diferente, y lo es hasta en el carácter, por lo que la labor fraternal de Martín aquí es clave. La vida personal de Olavide le hace un jugador al que hay que mimar, cuidar. Cuando tú haces eso, como lo hizo Mateo el año pasado, asoma un jugador como la copa de un pino. Irregular en sus apariciones por su tipo de juego y carácter, pero que ayer creció mucho más que en los dos años anteriores. Le rascaron, le presionaron y aun así dejó destellos de zurda de las buenas. Un lujo para la vista.

Y arriba qué decir de lo que tuvo enfrente el bueno de Álex... Lo normal ayer con un niño es que hubiera salido trasquilado y que se escondiese tras caídas a banda inútiles pero nada más lejos de eso vimos ayer con Berenguer. Se ofreció, desafió, encaró a un cuarteto de tipos con barba de repetidores y tuvo la jeta que siempre tiene con el rival. Otro que creció palmo y medio.

Del resto, su veteranía les lleva a conocer este tipo de partidos y saber qué hacer en todo momento: M. Flaño ya he comentado, Nino peleón y jefe de niños, Nauzet mandón y J. Flaño el más flojito aun estando a nivel aceptable. Dejo para el final al maestro, al que se lleva los palos y el que es el eje de los sistemas de Martín: Oier.

El de Estella es pura honradez, es pura verdad y un maestro en lo de leer el partido en su versión defensiva. No le perdí ojo toda la primera parte, en la que estuvo por mi zona. Era una delicia verle adelantar su posición para presionar al rival cuando la sacaban jugada, retroceder para apoyar a M. Flaño cuando hacía falta o echarse al centro para cerrar con Mikel el camino del media punta. Un lujo para un entrenador, al que poco se le valora y al que se le mide más por su falta de técnica individual con el balón. Lo suyo también es fútbol.

Y hubo cosas que me dejaron más frío, no digo que haya que criticar hasta hartar, y las dos tienen nombre: Jose y Milic. Hace tiempo que vengo diciendo que el chaval me preocupa y no poco, éste no es el Jose que yo he visto, el crío que mandaba y todo el mundo jugaba a lo que él decidía. Le veo triste en el campo y eso no me gusta nada. Edad tiene para ir para arriba y estoy seguro que veremos un giro de juego, no pierdo la esperanza en él por ahora. 

Lo de Milic pues eso, altura y poco, muy poco, más. Este no necesita hormona de crecimiento, éste necesita calidad y no poca. Ojalá me calle la bocaza que mi ama y mi aita me dieron, pero mi apuesta es que no me la callará.

Son ya seis partidos y seguimos en línea ascendente; crecemos, seguimos creciendo y nos hacemos mozos recios. Ayer con el rival más duro de lo que llevamos. Un punto que vale, en proporción, lo que cuesta un tratamiento de hormonas.



Foto: http://www.acidosistubularrenal.com







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