sábado, 12 de abril de 2014

La lechera, esa señora tira cántaros. Osasuna 0- Valladolid 0

Bajar a El Sadar ayer era algo apasionante para un seguidor de Osasuna y mucho más si además te gusta el fútbol y todo lo que mueve con su componente de emociones. El partido tenía un peligro sordo que resaltaba conforme bajabas por la calle Tajonar.

Los partidos estos de entradas baratas, de recibimientos, de etiquetas en redes sociales; en definitiva de movimiento de masa social y de sentimientos, tienen un antes, un durante y un después que hay que prevenir. Ayer se vio y muy claramente. Son partidos donde hemos calculado mucho con la lechera y los golpes duelen más. 

Y toda esta introducción me sirve para intentar explicar que para mí lo de ayer es un paso adelante, que el punto nos acerca más al objetivo y que unido a la victoria en Almería hacen una semana contra dos rivales directos sacada de forma positiva. Estoy convencido de que este punto en diciembre, con el estadio ocupado por los doce mil de siempre, nos habría sabido a poco, pero veríamos comprensible el haber hecho cambios para no perder. Ojo al matiz: no perder no es igual que querer empatar. 

Osasuna, ayer, aparte de montar un ambiente de los de gala y tener la respuesta esperada (lo de Graderío Sur fue un puro espectáculo de día grande), jugaba contra un rival. Ese enemigo también se estaba jugando mucho y diría yo que algo más que nosotros, también. 

JIM dejó claro que sabía contra quién jugaba y cómo debía hacerlo. Salió con un 4-2-3-1 intentando cerrar bien atrás la salida de Riera a recibir y encimando siempre al catalán, sabiendo que es el eje sobre el que pivota el juego ofensivo de Osasuna. No salió de la cueva ni una sola vez y daba la impresión de ser un equipo muy muy flojo. 

A mí el Valladolid me pareció un equipo ramplón, aunque algunos nos lo quisieran vender entre semana como un equipo que juega, y mucho, basado en Álvaro Rubio (ojito derecho de Mendilibar). Sus números no engañan; ha ganado seis partidos en toda la temporada. ¿Será capaz de ganar tres de cinco que le quedan? Yo opino que no.

Dicho esto, el Valladolid salió a contener la primera parte sabiendo que Osasuna baja en las segundas. En el descanso calentó Manucho y salió al poco de comenzar el segundo acto. No solo fue un cambio de jugadores, JIM cambió el sistema y metió un 4-4-2 que ya no permitía a Osasuna sacar el balón con su aburrida salida de Lavolpe. Guardiola y el daño a los pequeños.

A partir de aquí Osasuna cambió el juego, ya era más directo, sin tanto toque; pero con la misma intención: interiores en diagonal y subida de los laterales. En realidad es del lateral; Damiá hace un tiempo que no está.

El peso del partido fue nuestro, el Valladolid también jugaba y se pudo llevar el partido de no ser por un paradón de Andrés Fernández y una última falta que a todos nos dejó sin respiración. Habría sido muy injusto, pero esto es el fútbol. Nosotros tuvimos el balón, llegamos arriba y ahí es donde Cejudo nos ofreció un espectáculo digno de estudio: algún día va a tirar de su casa y todo por no encarar. Se hizo cacotas delante del portero y aún está pensando qué hacer ante una de esas donde no tiene opción de tiro.

Y este es mi post de hoy. Un post donde quiero hacer ver que al fútbol se juega once contra once y que los sentimientos de la grada son sentimientos. La cabeza y el cálculo corresponde a los profesionales y ayer creo que yo habría hecho lo mismo que Gracia ya que lo importante era no perder en los últimos minutos. Eso sí, no comparto en nada el absurdo cambio en el 90'

Un punto más y un paso menos para conseguir el objetivo. La lechera se volvió a pegar un castañazo, pero esta vez conseguimos recuperar el líquido del cántaro, por lo menos la mitad.

foto: www.genoveses.blogspot.com





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