En plena época de recortes en la sanidad pública, las listas de espera se llenan y antes de operarte de un uñero te han salido dos úlceras, un juanete y hasta una repentina fimosis. Sin embargo hay un enchufado que es Osasuna al que le dan una semana sí y otra también diferentes tratamientos para ver si mejora y ni aún así se ve ningún progreso.
Ayer, de nuevo, hubo cambio de medicamentos e incluso también de pruebas. Se le suministró una dosis de trivotina para ver si de ese modo las defensas del organismo mejoraban. Así fue, el enfermo mejoró en su funcionamiento pero parece ser que habrá que probar con otros medicamentos.
Quedó claro que el tratamiento que el doctor Mendilibar había preparado le iba bien al paciente en el día que tenía por delante, pero que sus órganos fallan más que Montoro en sus previsiones de déficit.
En mi afán por levantar el ánimo de mi familia rojilla, me puse el papel de optimista toda la tarde (en momentos ni me reconocía) e intenté ver las cosas como los familiares de los enfermos ven a su ser querido por aferrarse a algo. Fue comenzar el tratamiento y ver que al enfermo le iba de perlas pero que nuevamente íbamos a pegarnos el batacazo del optimismo en cuanto uno de los órganos tuviese que actuar. Así fue. Primera corriente en la habitación y primer golpe por error de funcionamiento en la sala de máquinas de Oierón y de Timorbelo. Grave, muy grave, doctor. Como el enfermo nunca ha estado para mucho y su moral siempre ha sido frágil, en poco rato uno de las partes del cuerpo falló como nunca y nos tuvimos que ir a la cafetería para no ver sufrir más al pobre. Que falle también Arribaslange no me lo puedo creer.
Y no tengo mucho más que decir sobre el tratamiento de ayer. Sólo sé que el enfermo agoniza, que no me sirve eso de que en planta hay alguno más como él, porque mal de muchos no es consuelo de tontos sino epidemia y eso nos lleva al mismo destino. Me da mucho miedo esta semana en la que nos han dicho que le van a dar dos dosis más de terapia. Tiemblo ante la duda de si podrá soportarlas.
Supongo que el doctor que tenemos tendrá algún tratamiento más para suministrar y si no, pues habrá que recurrir a eso que se suele hacer de ir a Atención al Paciente y pedir cambio de médico. Mi miedo es que, tal y como está el enfermo con sus órganos, nadie pueda meter mano ahí. A día de hoy nuestro enfermo, Osasuna, está muy grave y sin síntomas de recuperación a corto plazo.